El crecimiento de la población, la baja tasa de natalidad, la rápida urbanización no planificada y la globalización de estilos de vida poco saludables, unida a la dieta actual pobre en nutrientes y la inactividad física, están dando paso a una población envejecida. Esta población actual está representada por el aumento de las Enfermedades Crónicas no Transmisibles (ECNTs) también conocidas como enfermedades crónicas o, dicho de otra manera, las enfermedades que “en época de nuestros padres” se conocían como “males de la buena vida”.
Los problemas articulares se engloban dentro de este grupo de enfermedades, siendo una de las causas más importantes de discapacidad. Se estima que afecta a casi cinco millones de españoles, siendo las artritis más prevalentes las de rodillas y manos. Como en el engranaje de una maquinaria, las articulaciones necesitan mantenimiento. Es frecuente que con la edad, los malos hábitos o los esfuerzos mal compensados, nuestras articulaciones se resientan y aparezca entonces el dolor.
¿Qué son las articulaciones?
Las articulaciones forman el engranaje de nuestro cuerpo, constituyen la estructura anatómica en la que dos o más huesos se ponen en contacto. Su propio nombre, “articulación”, denota movimiento, apoyo, mecanismo. Las articulaciones tienen dos funciones primordiales: por un lado, constituir puntos de unión en el esqueleto; y por otro, generar movimientos mecánicos que doten a nuestro cuerpo de elasticidad. Es por ello que una salud óptima de las articulaciones es vital para tener una buena calidad de vida.
¿Por qué se inflaman?
El origen del dolor y la inflamación articular sigue siendo desconocido para la medicina. Parece ser que el sistema inmunológico de la persona se desajusta y las células encargadas de combatir patógenos atacan a las células de los tejidos que forman la articulación, ocasionando, a través de un proceso oxidativo, inflamación y dolor.
La inflamación de las articulaciones (artritis) puede permanecer desconocida y, con el paso del tiempo, se convierten en enfermedades crónicas. En algunos casos, la inflamación se produce de forma generalizada, no solo en las articulaciones, pudiendo afectar a otros órganos y sistemas como la piel, los riñones, el sistema nervioso o los pulmones, con el consiguiente deterioro del estado de salud global del paciente.
Las causas que producen estas dolencias son muchas y variadas, ya que están directamente emparentadas con nuestros hábitos de vida:
- Uso y desgaste normal de las articulaciones con el paso del tiempo.
- Lesiones, inflamación o infecciones por caídas, golpes o heridas.
- Alimentación inadecuada que provoque desequilibrios en nuestro organismo, desembocando en una acidificación y rigidez articular: carnes rojas y procesadas, alimentos fritos, grasas hidrogenadas, harinas refinadas, bollería industrial y platos precocinados.
- Práctica excesiva de deporte que llegue a provocar desgaste y desmineralización.
- Sentarnos mal durante un tiempo prolongado pueden fomentar trastornos en nuestras articulaciones.
Las claves para cuidar las articulaciones
Para prevenir o solucionar estos trastornos articulares, deberemos prestar atención a nuestros hábitos de vida: comer más sano, controlar nuestro peso y practicar ejercicio de forma moderada para fomentar la reactivación de nuestra maquinaria articular. Conseguiremos un mayor alivio articular si lo combinamos con técnicas de masaje como la osteopatía.
Una ayuda extra y natural para cuidar nuestras articulaciones son los complementos alimenticios de alta calidad. Os presentamos algunos de ellos:
Ácidos grasos Omega 3
Nos ayudan a reducir la inflamación y el dolor. Los podemos adquirir aumentando en nuestra dieta el consumo de pescado azul o, como alternativa de calidad, en las cápsulas de Aceite de Krill, un pequeño crustáceo que vive en las profundas aguas del antártico, libre de contaminantes. Si elegimos el aceite de krill extraído en frío nos aseguramos una absorción hasta 6 veces más alta que el aceite de pescado.
La Cúrcuma
Los polifenoles de la cúrcuma, en concreto la curcumina, ayudan a aliviar el dolor leve a moderado y la inflamación articular, pudiendo reducir la producción de enzimas proinflamatorias. El polvo de la raíz de cúrcuma o los extractos que contienen curcumina no se absorben bien, por ello se aconseja utilizar extractos que mejoren su absorción como los constituidos por complejos de cúrcuma con fosfolípidos (fitosoma de cúrcuma). En estos complejos los fosfolípidos hacen de transportador de la curcumina y mejoran significativamente la absorción y eficacia de la cúrcuma.
Minerales orgánicos
Una alimentación poco equilibrada en el pasado puede que haya acidificado en exceso nuestro organismo, una de las causas de la inflamación y el dolor articular. Complementos a base de un completo espectro de minerales de origen orgánico, como el polvo de coral marino fósil, pueden ayudarnos a equilibrar nuestro pH y, por tanto, a reducir la inflamación de las articulaciones.
Colágeno tipo II no desnaturalizado
El colágeno es la proteína más abundante en nuestro organismo (25%) y es un componente fundamental de tejidos conjuntivos, como los tendones y el hueso, donde realiza una función estructural dando soporte y resistencia a las articulaciones. El colágeno, no es una proteína única, se trata de una familia de moléculas estrechamente relacionadas, pero genéticamente distintas. Se describen varios tipos de colágeno que se diferencian entre ellos, por la forma en la que están distribuidas sus fibrillas, existen hasta 21 tipos de colágeno en los mamíferos, pero los más conocidos son el tipo I, II, III y IV.
El colágeno tipo II es el que podemos encontrar en el tejido conjuntivo de las articulaciones. Dentro de los colágenos de tipo II, podemos encontrar varios tipos de acuerdo con la estructura química en la que se encuentre (ver tabla). A diferencia de los colágenos hidrolizados, el colágeno “nativo” o no desnaturalizado, el que mantiene la triple hélice sin alterar, tiene un mecanismo de acción diferente y único. Actúa mediante un proceso que se llama tolerancia oral en el que participa el sistema inmune y facilita que, con una dosis pequeña, se consiga mantener una correcta salud articular.
Podemos completar la acción del colágeno con vitaminas y minerales que ayuden a mantener la función e integridad de las estructuras anexas dentro y fuera de las articulaciones, como los cartílagos, los tendones y los ligamentos: vitamina C y D, manganeso y cobre.
La prevención, nuestro mejor aliado
Nuestras articulaciones necesitan mantenerse vigiladas y bien cuidadas. Conociendo de antemano los problemas que pueden causarnos hábitos y actitudes inapropiadas, nos ayudarán a prevenir el dolor que nos pueden generar. Cuidando nuestra alimentación, haciendo ejercicio moderado e incorporando aquellos complementos alimenticios que nos aporten un extra a nuestra salud, conseguiremos prevenir, reducir o ralentizar los problemas articulares. Y seguro, llegaremos mejor cuando la edad empiece a pasar su particular factura.
Paula Saiz
• Licenciada en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid, especialidad en Biología vegetal.
• Master en Biología Vegetal Aplicada por la Universidad Complutense de Madrid.
• Colaboración en la Unidad de Patología Endotelial del Hospital Ramón y Cajal de Madrid: ensayos clínicos y fitoterapia antiedad.
• Actualmente forma parte del Dpto. Técnico y Documentación y Formación de 100% Natural.
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