¿Quién no ha sentido alguna vez los ojos irritados, escozor, enrojecimiento, visión borrosa o la sensación de tener cuerpos extraños dentro del ojo? Todos estos síntomas están englobados dentro de lo que se conoce como Síndrome de Ojo Seco, y desgraciadamente son síntomas muy comunes y que no solo pueden afectar a nuestra calidad de vida, sino que pueden acabar en lesiones oftalmológicas más graves e irreversibles.
Nuestro estilo de vida actual favorece la sequedad ocular
Vivimos en la era digital, y desde pequeños tenemos presentes a diario los estímulos de cualquier dispositivo electrónico: televisión, teléfonos móviles, tablets o libros electrónicos. Y los usamos más horas de las que deberíamos. Además, la situación actual de pandemia en la que nos encontramos ha incentivado un mayor uso de todos estos dispositivos al pasar más horas en casa. Si sumáramos todas las horas que pasamos enfrente de una pantalla, la gran mayoría de personas que lean este artículo superarán las 10 horas. De hecho, muchos leeréis este artículo desde vuestra casa y no desde la oficina, ya que se está fomentado el teletrabajo. En casa pasamos muchas horas trabajando con el ordenador, y no todas las casas están ambientadas con una buena pantalla o una buena iluminación que permita un mayor confort ocular. Además, si sumamos las muchas horas de ordenador y televisión con que realizamos menos actividades en el exterior, ¿cómo no vamos a tener molestias oculares diariamente?
Tampoco podemos olvidar aquellos factores, no modificables, que predisponen a tener mayor incidencia de sequedad ocular: principalmente el envejecimiento, ya que con el paso de los años disminuye la calidad de la producción de lágrimas, pero también determinadas patologías (como la diabetes), el sexo femenino (debido a los cambios hormonales) e incluso la polución atmosférica, que agrede la superficie del ojo y lo irrita.
¿Cómo podemos prevenir o reducir la sequedad ocular?
Lo obvio sería reducir el número de horas en las que utilizamos los dispositivos electrónicos, pero evidentemente no siempre es factible. La opción habitual para el ojo seco es el uso de lágrimas artificiales y lubricantes oculares, que nos van a aliviar de forma momentánea, sin embargo, no son suficientes ya que no estamos abordando el origen del síndrome sino enmascarando la sintomatología. Y es aquí donde entran en juego determinados extractos de plantas y nutrientes que van a ayudarnos a tener una lágrima de mayor calidad y, por tanto, reducir las molestias. Para ver cómo trabajan tenemos primero que repasar las capas de las que están formadas nuestras lágrimas.
Las lágrimas están compuestas por una parte acuosa formada por las glándulas lagrimales, una capa de mucina y una parte lipídica formada por ácidos grasos que están producidos por las glándulas del párpado (glándulas de meibomio), cuya función es evitar que el agua de la lágrima se evapore.
El Síndrome de Ojo Seco se define por un desequilibrio en estas capas, tanto por el bloqueo de la producción de la parte acuosa por las glándulas lagrimales como por el de la producción de la capa mucosa y lipídica por las glándulas de meibomio, lo que ocasiona una mayor evaporación de la lágrima.
Desde hace tiempo, para nutrir la capa mucosa y lipídica de la lagrima se recomienda aumentar el consumo de dos ácidos grasos: ácidos grasos omega-7 y los ácidos grasos omega-3. Realmente es complicado obtener las cantidades adecuadas de estos dos nutrientes con la alimentación para obtener los beneficios para la salud ocular, por lo que es recomendable obtenerlos a través de complementos alimenticios de calidad.
Para actuar sobre la glándula lagrimal, entran en juego otro tipo de extractos como el extracto de bayas de maqui. El Maqui (Aristotelia chilensis) es un pequeño árbol que abunda en la Patagonia chilena y argentina, cuyos frutos son unas pequeñas bayas de intenso color púrpura, oscuro y brillante, que tienen un alto contenido en antocianidinas, sustancias de gran importancia por sus efectos beneficiosos para la salud. Se ha demostrado que las antocianidinas pueden ayudar a atrapar especies reactivas de oxígeno (radicales libres) que cuando están en exceso en el organismo son causa de diversos trastornos de salud. De hecho, se conoce desde hace tiempo que las antocianidinas contenidas en muchos frutos son beneficiosas para la vista, lo que se ha comprobado en diferentes estudios en animales y en humanos. La investigación científica realizada con un extracto de bayas de maqui con alta estandarización en antocinaninas (MaquiBright®), ha demostrado que puede ayudar a controlar el número de especies reactivas de oxígeno en el tejido de la glándula lagrimal, conservando de esta manera la secreción de lágrimas y mejorando los síntomas asociados.
- Los ácidos grasos omega-7 (ácido palmitoleico) ayudan a equilibrar la composición de la película lagrimal, mejorando la función de las glándulas de Meibomio, además de tener propiedades antiinflamatorias (propiedades que comparte con los omega-3). Como fuente de ácido palmitoleico, hasta hace poco era habitual el aceite de los frutos del espino amarillo (Hippophae rhamnoides), no obstante, este aceite contiene alrededor del 25 al 43% de ácido palmitoleico (dependiendo de la variedad y del origen), pero puede contener también una cantidad no despreciable de ácido palmítico (de media un 32%). El alto consumo de ácido palmítico con la dieta, por encima de sus necesidades, ha sido causa de alerta y se ha relacionado con enfermedades cardiovasculares y obesidad. Por el contrario, actualmente podemos encontrar fuentes marinas de omega-7, como el concentrado de aceite de pescado Provinal®, que contiene ácido palmitoleico purificado, con un promedio del 50%, y menos del 1% de ácido palmítico libre.
- Los ácidos grasos omega-3 (DHA y EPA) son especialmente importantes para ayudar a mantener los ojos sanos, siendo la mayor concentración de DHA en el cuerpo la que se encuentra en la retina. Pero no cualquier omega-3 vale, debemos elegir aquel que realmente pueda llegar hasta el tejido ocular. Para ello, es necesario que el omega-3 esté asociado a fosfolípidos, los cuales van a ayudar al omega-3 a integrarse en las membranas de las células del tejido ocular. Con los complementos de Aceite de krill lo conseguimos, ya que contiene omega-3 en forma de fosfolípidos, además de colina y astaxantina, siendo este último un carotenoide con interesantes propiedades para la salud ocular.
Y como conclusión…
No debemos asumir la sequedad ocular como un problema de salud con el cual tenemos que convivir. Realmente es un problema con consecuencias graves, pero que podemos manejar de forma sencilla tanto corrigiendo nuestros hábitos diarios de estilo de vida como incorporando complementos alimenticios que nos garanticen la calidad, absorción y eficacia de los nutrientes y extractos de plantas que contienen.
Paula Saiz
• Licenciada en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid, especialidad en Biología vegetal.
• Master en Biología Vegetal Aplicada por la Universidad Complutense de Madrid.
• Colaboración en la Unidad de Patología Endotelial del Hospital Ramón y Cajal de Madrid: ensayos clínicos y fitoterapia antiedad.
• Actualmente forma parte del Dpto. Técnico y Documentación y Formación de 100% Natural.
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