El intestino, además de ejercer sus acciones digestivas, se trata del órgano inmunitario más grande de nuestro cuerpo, y quizás esta relación no sea tan conocida. Ya que representa la mayor zona de contacto de las mucosas de nuestro cuerpo con el medio ambiente (el intestino delgado tiene 6 metros de longitud y el intestino grueso 1-1,5 metros de longitud), tiene la función de primera barrera de defensa frente a la entrada de patógenos, siendo el encargado de producir hasta el 80% de todas las células inmunitarias. De acuerdo con la investigación científica, la microbiota intestinal (los probióticos o bacterias beneficiosas) también es importante para esta función de defensa que presenta nuestro tracto gastrointestinal.
En este artículo queremos incidir más en la importancia de los probióticos y su relación con el sistema inmunitario, pero antes hagamos un breve repaso:
Los probióticos han sido definidos por la Organización Mundial de la Salud como “microorganismos vivos que cuando se administran en las cantidades adecuadas confieren un beneficio para la salud del huésped”.
Las bacterias productoras de ácido láctico aisladas del tracto gastrointestinal humano, el material vegetal o los alimentos son los tipos más comunes de microbios utilizados como probióticos, pero también se pueden utilizar ciertas levaduras y bacilos. Estas bacterias, a menudo, se usan en productos lácteos fermentados o en complementos alimenticios diseñados para apoyar la función eficiente de nuestro sistema digestivo y de nuestro sistema inmune.
El cuerpo humano está habitado por billones de microorganismos, repartidos por los diferentes órganos, que constituyen lo que se llama el microbioma humano. Para hacernos una idea, solo en nuestro tracto digestivo, tenemos entre 1-2 kg de bacterias, que son 100 billones de microorganismos o 10 veces más que la cantidad de células en el cuerpo humano. Esta flora puede estar compuesta de entre 300 y 1000 especies diferentes, aunque la mayoría (99%) probablemente provengan de solo 30-40 especies.
La microbiota intestinal es la más estudiada, y se sabe que sus principales funciones son la recuperación de la energía y los nutrientes de los alimentos, la protección frente a la invasión de microbios patógenos y la regulación del sistema inmune.
A medida que aumentan los estudios clínicos con la administración de probióticos, la comunidad médica se va concienciando más sobre su importancia, y hoy en día pocos profesionales de la salud dejan de recomendarlos para mejorar diversos estados de salud. En la actualidad se están llevando a cabo importantes estudios sobre su papel beneficioso en el embarazo, la lactancia y la infancia, y un buen desarrollo inmunitario del niño y el adulto, entre otros.
Microbiota intestinal y sistema inmunitario
La amplia investigación que se ha realizado en los últimos años sobre la microbiota ha demostrado que una buena o mala microbiota puede influir en la correcta función de nuestro sistema inmunitario. Esta microbiota intestinal es una parte fundamental en el mantenimiento de la mucosa intestinal y del tejido linfoide asociado a intestino (conocido como GALT). Una correcta microbiota puede, de acuerdo con los estudios científicos, ayudar a la modulación de las respuestas inmunitarias (innatas y adaptativas) y en la modulación de la inflamación. Tanto es así, que la suplementación con probióticos ha demostrado poder ayudar a prevenir las infecciones del tracto respiratorio superior así como reducir la duración media de las mismas.
Los géneros más utilizados en complementos alimenticios son:
- Lactobacillus: El género Lactobacillus pertenece a un grupo de bacterias productoras de ácido láctico, llamado así porque convierten lactosa y otros azúcares en ácido láctico. El ambiente ácido inhibe el crecimiento de algunas bacterias dañinas. Estas bacterias se encuentran en muchos alimentos como los yogures y el queso, y están presentes de forma natural en un tracto gastrointestinal sano. Dos especies que han demostrado científicamente apoyar el sistema inmunitario son Lactobacillus rhamnosus GG (LGG) y Lactobacillus casei. LGG se considera una de las bacterias más importantes, más estudiadas y con mayor evidencia científica sobre su seguridad y eficacia.
- Bifidobacterium: el género Bifidobacterium pertenece a un grupo de bacterias productoras de ácido acético y ácido láctico. Se encuentran en recién nacidos y también juegan un papel importante en la población adulta, siendo el género más abundante en el intestino. Bifidobacterium lactis es una de las especies predominantes en el intestino grueso, con evidencia científica en su apoyo al sistema inmunitario.
- Streptococcus: dentro del género Streptococcus, un grupo de bacterias formado por cocos gram-positivos pertenecientes al filo firmicutes y al grupo de las bacterias ácido lácticas, se destaca el Streptococcus thermophilus, una bacteria segura y con una larga historia de uso. Es una de las bacterias ácido lácticas más importantes comercialmente por su función de apoyo a la colonización de otras bacterias (como los Lactobacillus y las Bifidobacterium). Streptococcus thermophilus se considera una de las bacterias ácido lácticas más importantes comercialmente y, a pesar de que este género incluye especies patógenas, S.thermophilus se considera una bacteria segura, con una larga historia de uso y está en la lista de cepas de la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) con presunción de seguridad calificada.
Calidad de los probióticos
Debemos tener claro que no todos los probióticos son iguales. A la hora de elegir, debemos escoger:
- Los que sean de origen humano y con compatibilidad intestinal: resistentes a la humedad, al oxígeno, a la temperatura, a los ácidos estomacales y las sales biliares.
- Aquellos que tengan “nombre, apellido y DNI”, es decir, que indiquen que especie y que cepa concreta es. La cepa se suele especificar con una lista de números y/o letras (ejemplo: Bifidobacterium lactis 32269, Lactobacillus rhamnosus GG).
- Con estudios clínicos propios. Es una apuesta ganadora si elegimos productos que tengan cepas concretas de bacterias beneficiosas cuya función está corroborada con resultados clínicos.
Sinergia con otros ingredientes
En los complementos alimenticios es habitual encontrar productos que tengan más de un ingrediente, de manera que puedan hacer sinergia en sus propiedades. Con los probióticos, dos nutrientes que podemos incorporar son la vitamina D3 y el zinc, los cuales contribuyen al funcionamiento normal del sistema inmunitario.
Paula Saiz
• Licenciada en Ciencias Biológicas por la Universidad Complutense de Madrid, especialidad en Biología vegetal.
• Master en Biología Vegetal Aplicada por la Universidad Complutense de Madrid.
• Colaboración en la Unidad de Patología Endotelial del Hospital Ramón y Cajal de Madrid: ensayos clínicos y fitoterapia antiedad.
• Actualmente forma parte del Dpto. Técnico y Documentación y Formación de 100% Natural.
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