Durante la vida, todos tenemos periodos en que las circunstancias nos sobrepasan. Situaciones de presión por acontecimientos familiares, exceso de trabajo, emociones… e incluso factores ambientales como el frío o el calor, un esfuerzo físico superior al que normalmente realizamos o una enfermedad, nos pueden llevar a un sentimiento de tensión física y emocional y una sensación de amenaza a nuestra tranquilidad. Lo que vulgarmente conocemos como estrés.
La clave para superar el estrés está en la adaptación. Durante el estrés, se ponen en marcha una gran cantidad de procesos neurológicos y endocrinos para restaurar de nuevo el equilibrio y adaptarse al cambio, pero si la respuesta al estrés se vuelve demasiado intensa o duradera, los sistemas de regulación y los recursos utilizados se agotan y dan lugar a consecuencias negativas para la salud del individuo.
Fisiología del estrés
Cuando se producen situaciones estresantes, en el organismo se suceden una serie de reacciones fisiológicas que activan el hipotálamo, la hipófisis, las glándulas suprarrenales y el sistema nervioso vegetativo. Esta activación de lugar a la liberación de hormonas que desencadenan una serie de reacciones en cadena que conducen a la producción de glucocorticoides, principalmente cortisol, en la corteza suprarrenal y adrenalina y noradrenalina en la médula suprarrenal. Estas hormonas ponen al organismo en estado de alerta para la acción y nos preparan para afrontar la situación y realizar el esfuerzo necesario, y se producen una serie de síntomas de mayor o menor intensidad. En una segunda fase el organismo debería haberse adaptado y se normalizarían los niveles de hormonas con lo que los síntomas tenderían a desaparecer. Ahora bien, en el caso de que la causa de estrés no desaparezca y la reacción al estrés dure mucho tiempo, o se repita con frecuencia o los recursos del individuo no consigan el nivel de adaptación, se produce falta de energía, agotamiento y alteraciones en el organismo que conducen a distintas patologías. Cuando el estrés se vuelve crónico, las hormonas liberadas actúan sobre diferentes órganos y provocan alteraciones a nivel vascular, cardíaco, inmunitario y dérmico.
No obstante, el estrés en sí mismo no debe considerarse como algo malo. El estrés es positivo cuando produce un cierto grado de tensión que estimula los mecanismos que ponen en marcha las habilidades y capacidades del individuo para conseguir logros y superar los retos. El estrés es negativo cuando el grado de tensión física y emocional que sufre la persona supera sus capacidades de adaptación.
En cuanto a las causas, se debe tener en cuenta que sucesos o situaciones que para algunas personas resultan estresantes para otras no lo son, e incluso dependiendo del estado físico y anímico, una misma situación puede resultar estresante para una persona en un momento de su vida cuando en otros momentos no ha supuesto ningún problema.
A menudo resulta difícil sustraerse al estrés y es aquí donde entran en juego los adaptógenos y el papel que desempeñan para ayudar al organismo a adaptarse a estas situaciones de estrés y minimizar sus consecuencias.
¿Qué son los adaptógenos?
El término adaptógeno lo estableció en 1947 el científico ruso N.V. Lazarev, para englobar una serie de plantas que estudió con su equipo. Estas plantas tenían en común que vivieron durante las glaciaciones y se adaptaron incluso a las condiciones de vida más severas y que en las regiones donde crecían eran utilizadas por la población de forma tradicional para “aumentar su fortaleza”. La investigación se prolongó durante los siguientes 45 años destacando en las mismas dos de sus colaboradores, los doctores Brekhman y Dardymov, que definieron las características generales de estas sustancias que pueden resumirse en que son sustancias naturales que tienen la capacidad de normalizar las funciones del cuerpo y ayudarle a adaptarse y superar el estrés, con un efecto general y amplio, y que son sustancias seguras, es decir no tóxicas. Es decir son sustancias que ponen en marcha el sistema de defensa y ayudan al organismo a adaptarse a las situaciones de estrés minimizando su impacto.
Efectos generales de los adaptógenos
Varios estudios farmacológicos y clínicos realizados con sustancias adaptógenas, han demostrado que los adaptógenos pueden tener los siguientes efectos sobre el organismo afectado:
- Restaurar y mejorar la energía física y mental.
- Mejorar la resistencia física y mental.
- Compensar los efectos de la privación del sueño.
- Proteger el cerebro y el sistema nervioso, lo que, entre otras cosas, mejora la memoria y la percepción.
- Aliviar la ansiedad y la depresión leve.
- Proteger contra ciertos tipos de radicales libres, es decir, actuar como un antioxidante.
Mecanismo de acción de los adaptógenos
Muchos de los estudios farmacológicos y clínicos que se han realizado se han encaminado a conocer los mecanismos por los cuales los adaptógenos intervienen en el organismo para aliviar los síntomas de estrés. De los resultados de los mismos se infiere que los adaptógenos estimulan la producción de dos sustancias muy importantes y que están involucradas en numerosos procesos fisiológicos, a saber el neuropéptido Y (NPY) y la proteína de choque térmico Hsp72 (del inglés HEAT Shock Protein).
Se ha establecido que una mayor producción de NPY y Hsp72 mejora la capacidad de adaptación de las células, lo que hace que el cerebro funcione mejor durante el estrés físico y mental, con una doble acción. Por un lado reduciendo la respuesta al estrés al actuar sobre la producción de las hormonas del estrés y por otro lado por tener un efecto antioxidante, barredor de los radicales libres que se producen que evita que las células se dañen. Esta doble acción de los adaptógenos es la razón de su eficacia para mitigar los efectos negativos del estrés.
Con cierta frecuencia se producen confusiones entre lo que es un adaptógeno, un tónico, un estimulante o un antioxidante. Los tónicos únicamente mitiga la debilidad o falta de tono, los estimulantes aumentan de forma temporal la capacidad de trabajo pero luego disminuye esta capacidad, mientras que los adaptógenos aumentan la capacidad de trabajo sin que luego se produzca disminución de esta capacidad. Por otra parte su acción es más amplia que la de los antioxidantes que únicamente se ocupan de neutralizar el efecto de los radicales libres, mientras que los adaptógenos además de esta acción, ayudan al organismo a protegerse de los efectos del estrés a nivel del eje hipotálamo, hipófisis, glándulas suprarrenales y sistema nervioso vegetativo.
Plantas utilizadas con acción adaptógena
De entre las muchas plantas que contienen sustancias que pueden tener un efecto adaptógeno, las más estudiadas hasta el momento son las raíces de: ginseng (Panax ginseng C.A. Meyer y otras especies), eleuterococo (Eleutherococcus senticosus Rupr. et Maxim.), rodiola (Rodiola rosea L) y witania o ashwagandha (Withania somnifera (L.) Dunal) y los frutos y semillas de esquisandra (Schizandra chinensis (Turcz.) Baillon). Todas ellas tienen en sus órganos activos una composición compleja, con muchos componentes activos. Los principales compuestos químicos que contienen y que han mostrado ser responsables de su acción pertenecen a los grupos de las: saponinas, glucósidos esteroles, glucósidos del fenilpropanoide, fenilalcanoides y lignanos.
El ginseng (Panax ginseng C.A. Meyer y otras especies), es una de las plantas más populares e internacionalizadas de la medicina tradicional china donde se utiliza para múltiples problemas de salud. La raíz y sus extractos, se considera que tienen un gran efecto tónico y vigorizante y se emplean como reconstituyente muscular y nervioso, para recuperar del agotamiento físico, de la falta de energía vital y en las convalecencias, además de para otros muchos problemas de salud. En la medicina occidental se emplea desde hace más de treinta años principalmente para el tratamiento de los síntomas de la astenia, la fatiga y la sensación de debilidad y para aumentar el rendimiento físico e intelectual, sobre todo en situaciones de estrés físico o mental. Aunque se considera una planta segura, se aconseja no utilizar en personas con trastornos del sistema nervioso o cardiovascular sin supervisión de un profesional de la salud y se desaconseja su uso en niños, embarazo y lactancia por falta de datos.
El eleuterococo (Eleutherococcus senticosus Rupr. et Maxim.), también se conoce como ginseng siberiano porque crece espontáneamente en la Siberia rusa y en el norte de China y Corea. En estas regiones se usa la raíz y sus extractos contra los síntomas de extenuación, para mejorar la memoria y para aumentar la resistencia a las enfermedades. Su acción ha sido muy estudiada en Rusia y los cosmonautas y atletas rusos la han utilizado para aumentar su resistencia. En occidente ha sido una planta muy utilizada tradicionalmente por los estudiantes para aumentar la concentración y la memoria. Se aconseja tomar las mismas precauciones que con el ginseng.
La rodiola (Rodiola rosea L), llamada también Raíz ártica o Raiz del Ártico, crece en las zonas más frías del hemisferio norte y ha sido utilizada tradicionalmente desde tiempos antiguos por los habitantes de Escandinavia y en Siberia como vigorizante y reforzante. Fue muy estudiada por los científicos de la antigua Unión Soviética y fue una de las plantas elegidas para ser estudiadas por su poder adaptógeno por el ya citado Dr. Brekhman. Actualmente la monografía de la Agencia europea del Medicamento recoge su indicación tradicional para el alivio de los síntomas temporales del estrés como fatiga y sensación de debilidad. Diversos estudios han confirmado su actividad frente a los síntomas de estrés y también cierta mejora sobre síntomas de depresión leve. No se ha establecido la seguridad de su uso en embarazo, lactancia y niños.
A la witania -en sánscrito ashwagandha- (Withania somnifera (L.) Dunal), se le llama también ginseng indio y la raíz se utiliza en la medicina tradicional ayurveda de forma similar al ginseng en la medicina tradicional china, para tratar los estados de debilidad general, insomnio y trastornos de la memoria. Una reciente revisión que incluyó 6 estudios clínicos mostró su utilidad para reducir los síntomas del estrés. No se aconseja su uso con medicamentos para los trastornos nerviosos sin supervisión de un profesional de la salud. En embarazo y lactancia, así como en niños se desaconseja su uso por falta de datos.
La esquisandra (Schizandra chinensis (Turcz.) Baillon), es una planta muy importante dentro de la medicina tradicional china. Su nombre en chino quiere decir baya de los cinco sabores, y de hecho éstas poseen los cinco sabores básicos: salado, dulce, amargo, picante, y ácido. En medicina tradicional china, las bayas en forma de tisana se utilizan como tónico y reconstituyente adaptógeno. Se le atribuye también una acción desintoxicante de metales pesados. Diversos ensayos clínicos confirman que los preparados de las bayas de esquisandra aumentan la capacidad física e intelectual y previenen los efectos negativos del estrés. En estudios con atletas se ha demostrado su eficacia para aumentar la capacidad física y la resistencia a la fatiga. Se aconseja precaución en hipertensos y en personas con trastornos del comportamiento y se desaconseja su uso en embarazo y lactancia.
Calidad de los productos
Se han realizado múltiples estudios farmacológicos y clínicos con productos a base de extractos de las diversas plantas que se consideran adaptógenas, con componentes aislados de las mismas y con combinaciones. En estos estudios se ha visto que la actividad encontrada no es la misma para todos los extractos ni combinaciones y que aunque en general puede afirmarse que todos presentaron una acción adaptógena (mejora del rendimiento físico, mental y emocional y del sistema inmunitario), los resultados no son extrapolables de unos productos a otros.
Conclusiones
Los adaptógenos por definición son sustancias naturales que han demostrado ser seguras y mejorar de forma inespecífica los síntomas del estrés, ayudando al organismo a adaptarse a las circunstancias que pueden ocasionarlo y mejorando la forma y el rendimiento físico e intelectual. Sus aplicaciones son múltiples y existen numerosos estudios que avalan el uso de ciertos productos adaptógenos en prevención y recuperación del estrés, tanto a nivel físico como mental y emocional.
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Prof.ª Mª José Alonso Osorio
- Licenciada en Farmacia por la Universidad de Barcelona.
- Diplomada en Fitoterapia por la Universidad de Montpellier.
- Especialista en Farmacia Galénica e Industrial.
- Director Técnico y responsable de desarrollo de productos en Industria Farmacéutica (1972 a 1985).
- Farmacéutica comunitaria (desde 1985 hasta 2004 como titular y copropietaria, desde 2010 como substituta a tiempo parcial).
- Profesora y tutora en Máster y Postgrado de Fitoterápia UB - IL3 (Universidad de Barcelona)
- Profesora colaboradora en Máster de Nutrición y Salud, UOC (Universitat Oberta de Catalunya)
- Vocal de la Junta de Gobierno de la Sociedad Española de Fitoterapia.
- Miembro del Comité Científico de INFITO (Centro de Investigación sobre Fitoterapia).
- Socia de la AEEM (Asociación Española para el Estudio de la Menopausia)
- Académica correspondiente de la Real Academia de Farmacia de Cataluña.
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