Colágeno tipo I
Es el tipo de colágeno más generalizado, pudiendo ocupar el 90% de todo el colágeno presente en el cuerpo. Lo encontramos en la piel, los huesos, discos intervertebrales, los tendones y la córnea.
Las fibrillas están agrupadas de tal manera, que proporcionan al órgano una capacidad de estiramiento con resistencia y flexibilidad a la vez. Este es el tipo de colágeno con el que se elabora la gelatina que conocemos.
Colágeno tipo II
Este tipo de colágeno es el componente principal de los tejidos cartilaginosos. También está presente en los discos intervertebrales y en algunas etapas embrionarias. Además, abunda en el humor vítreo del ojo. Su principal cometido es otorgar resistencia a los tejidos a la hora de realizar presión intermitente.
Lo conocemos principalmente, porque el colágeno Tipo II se utiliza para el cuidado de las articulaciones. También se utiliza para cuidar aspectos estéticos como la celulitis, las arrugas, y los signos de la edad.
Colágeno tipo III
Su principal función se relaciona con el sostén de órganos que se expanden. Está presente en los tejidos musculares, en las paredes venosas, en paredes intestinales, en la piel y en algunas glándulas del cuerpo. Es una molécula dos veces más grande que las del colágeno tipo I y tipo II y es el segundo colágeno en cuánto a abundancia. Está muy relacionado con el colágeno del tipo I.
Colágeno tipo IV
Presente en el cristalino o lente del ojo, también forma parte del sistema de filtrado en los vasos capilares y en los grupos de vasos sanguíneos dentro del riñón que ayudan a eliminar los desechos y el agua sobrante del cuerpo. Está asociado a los proteoglicanos y proteína estructurales. Es un tipo de colágeno presente en la membrana de unas células dérmicas que ayudan a filtrar diferentes sustancias.