Uno de los problemas que genera mayor número de consultas en oftamología es el síndrome del ojo seco (SOS). Se estima que este síndrome afecta a un 15 a 30% de la población.
Se trata de una alteración ocular que se produce por la disminución de producción de lágrima o por el aumento de la evaporación de agua en la misma, lo que deteriora su composición y calidad y disminuye la capacidad de la película lagrimal para lubricar y alimentar al ojo. Como resultado se producen síntomas y molestias varias que llegan a afectar a la agudeza visual. El problema es importante ya que la lágrima tiene un efecto protector y nutriente del ojo, ayudan a eliminar residuos y cuerpos extraños del ojo y protegen contra las infecciones.
Las lágrimas están compuestas por una parte acuosa, una capa de mucina y una parte lipídica que está formada por ácidos grasos que están producidos por las glándulas del párpado, cuya función es evitar que el agua de la lágrima se evapore.
Los síntomas principales del ojo seco son: lagrimeo, picor, escozor, ardor, enrojecimiento, dolor, hinchazón y visión borrosa. La sequedad ocular hace más vulnerable al ojo a las infecciones y, en casos graves, se pueden producir daños en la córnea.
Inicialmente este síndrome se ha asociado principalmente al envejecimiento, debido a que con el paso de los años disminuye la calidad de la producción de lágrimas, y también a que con la edad aumenta el consumo de medicamentos por el incremento de enfermedades relacionadas con la edad, como la presión arterial alta, las enfermedades metabólicas, enfermedades del sistema nervioso central, por citar algunos ejemplos. En este sentido, el problema será cada vez más agudo debido al aumento de la esperanza de vida.
Sin embargo, también están cobrando cada vez mayor relevancia como causas de sequedad ocular el estilo de vida y los factores ambientales. Por un lado, en los últimos años, ha aumentado exponencialmente la exposición a las pantallas digitales (ordenadores, tabletas, teléfonos móviles, etc.) que pueblan nuestras vidas y que están adelantando y agravando los problemas de ojo seco, ya que el uso de las pantallas disminuye el parpadeo y aumenta la evaporación de la lágrima. Por otro lado los factores ambientales como la polución atmosférica que agrede la superficie del ojo y lo irrita, o la sequedad producida por los aires acondicionados y las calefacciones.
Lo mismo ocurre tras largos periodos de conducción o de lectura, que obligan a fijar la vista, ya que en estos casos también se disminuye el parpadeo y por tanto la humectación del ojo por la lágrima. Asimismo, cada vez más personas usan lentes de contacto desde una edad más temprana lo que también influye en la sequedad ocular.
El tratamiento habitual del ojo seco es el uso de lágrimas artificiales y lubricantes oculares. Sin embargo, estos tratamientos a menudo no son suficientes y las personas con ojo seco sufren un deterioro en su calidad de vida.
Desde hace tiempo, para combatir este problema se ha recomendado aumentar el consumo de ácidos grasos para nutrir la capa lipídica de la lágrima (que está compuesta por ácidos grasos), ya que muchas veces el deterioro de la lágrima viene dado por una disminución en la producción de los lípidos que se segregan por unas glándulas situadas en los párpados (glándulas de Meibomio) y que evitan el exceso de evaporación del agua de la película lagrimal.
Entre los ácidos grasos que se ha visto que ingeridos pueden ayudar a mejorar los síntomas del ojo seco está el ácido graso omega-7 (ácido palmitoléico), ya que se ha visto que su administración equilibra la composición de la película lagrimal, mejora la función de las glandulas de Meibomio y reduce la inflamación al reducir los niveles de sustancias proinflamatorias.
En dos estudios realizados en pacientes con ojo seco, en uno debido a disfunción de las glándulas de Meibomio y, en el otro, a diversas causas, se obtuvieron parecidos resultados después de 3 meses de ingesta de ácidos grasos omega-7, observándose mejoras significativas con reducciones medias del 33% en la gravedad de los síntomas de la sequedad ocular.
Funciones del ácido palmitoleico
Las funciones nutricionales y biológicas del ácido palmitoleico son complejas. Se trata de un componente común que, como otros ácidos graso insaturados, forma parte de las membranas de las células de las mucosas, resultando imprescindible tanto para su estructura como para su funcionamiento.
Como fuente de ácido palmitoleico, se suele utilizar el aceite de los frutos del espino amarillo (Hippophae rhamnoides), no obstante, este aceite contiene alrededor del 25 al 43% de ácido palmitoleico (dependiendo de la variedad y del origen), pero puede contener también una cantidad no despreciable de ácido palmítico dependiendo de la variedad y el origen tal como se ha mostrado en análisis realizados con distintas muestras del mercado, en las que se ha encontrado un promedio del 29% de ácido palmitoleico y un 32% de ácido palmítico.
Este ácido palmítico es un ácido graso saturado de cadena larga, el más abundante en la dieta (carnes, grasas lácteas, aceites de palma y coco…) pero su consumo ha sido causa de alerta por un aumento en la ingesta por encima de las necesidades, lo que se relaciona con enfermedad cardiovascular y obesidad. El consumo aumentado es debido también, a que aparte de los alimentos que contienen de forma natural el ácido palmítico, ha aumentado el consumo de alimentos procesados, muchos de los cuales contienen ácido palmítico en cantidades considerables sin que el consumidor lo perciba. Por otra parte, estos alimentos procesados pueden contener también contaminantes generados en el proceso de refinamiento de estos alimentos. Debido a esto no parece conveniente añadir más ácido palmítico a la dieta.
Por el contrario el ácido palmitoleico procedente de fuentes marinas, como el concentrado de aceite de pescado, con ácido palmitoleico purificado extraído de los boquerones (anchoas) (Engraulis encrasicholus L) obtenidos de pesca sostenible en las costas de Perú. Este concentrado[1] contiene como promedio un 50% de ácido palmitoleico y tan solo un 0,8% como máximo de ácido palmítico libre. Y es con éste concentrado con el que se ha hecho uno de los estudios más importantes en el ojo seco y con el que se ha puesto en marcha recientemente otro estudio.
CONCLUSIÓN: Los estudios publicados con suplementación con omega-7 (ácido palmitoléico) han demostrado mejorar la sequedad ocular debida a distintos factores (ambientales, de estilo de vida, hormonales, disminución de la secreción relacionada con la edad, uso de lentes de contacto, enfermedades sistémicas, etc.), mejorando la calidad de vida de las personas que lo padecen.
[1] Provinal®
Bernstein AM, Roizen MF, Martinez L. Purified palmitoleic acid for the reduction of high-sensitivity C-reactive protein and serum lipids: a double-blinded, randomized, placebo controlled study. J Clin Lipidol. 2014 Nov-Dec;8(6):612-7. doi: 10.1016/j.jacl.2014.08.001.
Larmo et al. Effects of sea buckthorn oil intake on vaginal atrophy in postmenopausal women: A randomized, double-blind, placebo-controlled study. Maturitas 79 (2014) 316–321
Larmo et al. Oral Sea Buckthorn Oil Attenuates Tear Film Osmolarity and Symptoms in Individuals with Dry Eye. J. Nutr. 140: 1462 - 1468, 2010.
Morris et al. Effects of Provinal® on dry eye symptoms. Tersus Life Sciences, LLC, Encinitas, CA. Abril 2017,
Morse. Lipid-lowering and anti-inflammatory effects of palmitoleic acid: Evidence from human intervention studies. Lipid Technology. July 2015, Vol. 27, No. 7 (2)
Morse. Lipid-lowering and anti-inflammatory effects of palmitoleic acid: Evidence from preclinical and epidemiological studies. Lipid Technology. May 2015, Vol. 27, No. 5, 107-111 review
Yang B and Erkkola R (2006) The 97th Annual Meeting & Expo of American Oil Chemists’ Society, April 30 – May 3, St Louis, USA
Yang et al. Effects of oral supplementation and topical application of supercritical co2 extracted sea buckthorn oil on skin ageing of female subjects. J. Appl. Cosmetol. 27, 1-13 (2009)
Yang et al. J. Agric. Fatty Acid Composition of Lipids in Sea Buckthorn (Hippophaë rhamnoides L.) Berries of Different Origins. Food Chem. 2001, 49, 1939-1947
Prof.ª Mª José Alonso Osorio
- Licenciada en Farmacia por la Universidad de Barcelona.
- Diplomada en Fitoterapia por la Universidad de Montpellier.
- Especialista en Farmacia Galénica e Industrial.
- Director Técnico y responsable de desarrollo de productos en Industria Farmacéutica (1972 a 1985).
- Farmacéutica comunitaria (desde 1985 hasta 2004 como titular y copropietaria, desde 2010 como substituta a tiempo parcial).
- Profesora y tutora en Máster y Postgrado de Fitoterápia UB - IL3 (Universidad de Barcelona)
- Profesora colaboradora en Máster de Nutrición y Salud, UOC (Universitat Oberta de Catalunya)
- Vocal de la Junta de Gobierno de la Sociedad Española de Fitoterapia.
- Miembro del Comité Científico de INFITO (Centro de Investigación sobre Fitoterapia).
- Socia de la AEEM (Asociación Española para el Estudio de la Menopausia)
- Académica correspondiente de la Real Academia de Farmacia de Cataluña.
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